Desde el imponente mirador se abarcaba todo el valle. Se podía incluso, en los días claros, ver el cuello de aquella colosal caldera recortado al noreste, más allá del bosque de Dosámas, conforme la distancia alzaba el terreno.

Antaño por el paso de Córvaliss iban y venían los vientos gloriosos de Ath’Talámh. Ahora sólo entraba la miasma, el efluvio maligno de La Plaga. Y entraban los rugidos, los mugidos, los gañidos en lengua hueca de los aulladores, encaramados a sus torres de carne putrefacta y huesos quebrados, para invocar a la Bestia.

El joven duque de Hagár se acercó al dentado lienzo de la muralla meditabundo. Tenía su mirada clavada en las ruinas del templo de Nuestra Señora del Valle, donde le nombraron por vez primera, y seguía sin poder creer hasta dónde les había llevado la soberbia y la estupidez.

Lemos, el curtido maestre de batalla, también parecía absorto contemplando el horizonte, apoyado en el merlón más próximo al baluarte de Aésaris.

Máinar, el duque sin ducado, se detuvo apenas un paso detrás del maestre.

––Da miedo pensar en lo que se mueve al otro lado del paso, ¿no es cierto?

––Ah... Mis respetos, señoría. Sin novedad ––dijo Lemos, saliendo sin sobresalto de su estado contemplativo––. No, mi señor. No tengo miedo. Miedo tuve hace una eternidad, cuando era un muchacho y sólo podía perder la vida.

»Ahora tengo una esposa, cuatro hijos, siete nietos, dos bisnietos... Y estoy aterrado. No me echo a temblar o a llorar como un crío, porque pensar en ellos me obliga. De no ser por ese sostén inquebrantable, no sé qué haría.

Se detuvo un instante, mirando de reojo al duque.

––Y teniéndoos como os tuve sentado en mis rodillas, cuando no erais más que un mocoso, estoy convencido de que a vos os ocurre otro tanto. Por eso confío en su señoría. No hay peor enemigo que un amigo sin miedo, es decir; sin raíces ni sesera.

Máinar puso una mano sobre el hombro de su maestre de batalla, de su padrino, de su amigo, y percibió, como de costumbre, la energía que todos necesitaban para afrontar aquel lance con honor.

Con honor y furia.

...


Tras la caída de Ath’Talámh

Fragmento de las Crónicas de Antánnio’Dura

Regiones de Sâmoss y Hagár de Córvaliss